La ola espontánea de solidaridad que la tragedia desencadenó en gran parte del país, con una multitud de voluntarios que se dirigía por sus propios medios para ayudar en las poblaciones arrasadas por el agua, contrasta con la respuesta oficial y el hecho de que días después de las lluvias torrenciales aún haya poblaciones a las que no ha llegado el despliegue de emergencia anunciado por las autoridades competentes.
Con cadáveres aún por recoger, cientos de desaparecidos sin localizar y miles de familias y negocios que lo han perdido todo, muchos españoles se preguntan cómo se ha llegado hasta aquí y por qué sus dirigentes no han estado a la altura. Con las imágenes de pueblos enteros sepultados por el lodo y autos a los que el agua había arrastrado como fichas de dominó, España y el mundo tomaban conciencia de la magnitud del desastre.
Equipados con escobas, palas, víveres y lo que encontraron, se lanzaron a ayudar cuando a muchos lugares aún no había llegado ningún auxilio oficial. En algunos de ellos, los únicos que trabajaban en la limpieza de calles y vías eran los mismos vecinos que lo habían perdido todo. La solidaridad del pueblo español es sublime.
El desastre en Valencia y otras provincias ha puesto de manifiesto con una situación sin precedentes los problemas del reparto de competencias y responsabilidades en el Estado autonómico español, la administración central del Estado y la administración periférica del mismo. Ante una situación como ésta no cabe la disputa política ni distinciones entre lo autonómico y lo nacional; se requiere iniciativas a tiempo, soluciones inmediatas.
Con ya más de doscientos fallecidos a la espalda y muchos desaparecidos, sin tener listas oficiales, con la pérdida de negocios, comercios y un sinfín de puestos de trabajo, es de esperar que esto se encauce de la manera más ágil y adecuada para toda España. Hechos, por favor, hechos y no buenas palabras.
Quiero dar las gracias a los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad de Estado, Policía Nacional y Guardia Civil, los servicios de Protección Civil, Cuerpos de Bomberos y a la UME, juntamente con todos los efectivos de las Fuerzas Armadas españolas, que siempre están listas para su intervención ante cualquier catástrofe, fuera y dentro de la nación, como ocurrió en 1957, también en Valencia, cuando fue movilizado todo el ejército, incluso con los soldados de reemplazo. Por último, dar las gracias a los Reyes de España, D. Felipe y Dña. Letizia por hacer no solo acto de presencia en la zona devastada sino también estar atendiendo, escuchando y dialogando con tantos damnificados y aguantar las condiciones en las que se desarrollaron los hechos en el trascurso de la visita a Paiporta, por todos ya conocida.
Muchas gracias y elevamos nuestra oración por los fallecidos, desaparecidos y el consuelo para los damnificados. Que la Mare de Déu dels Desamparats guarde a todos.
LAUDETUR IESUS CHRISTUS Enrique
Somavilla Rodríguez, OSA
Rector del RCU Escorial- María Cristina