M. R. P. Provincial Domingo Amigo González, OSA. Provincia Agustiniana de san Juan de Sahagún de España. Miembros del Consejo de Titularidad Ejecutivo, Miembros del Consejo de Dirección, secretario general. Decanos, Directores. Señoras, Señores.
Como en ocasiones anteriores, nos reunimos en este Salón de Actos y Aula Magna de María Cristina y sede de los Estudios Superiores de El Escorial para compartir todas nuestras experiencias personales, académicas y de investigación. Y como no puede ser de otra manera tenemos que hablar del proceso educativo, de la educación superior de la universidad, de los logros y fallos que se siguen dando desafortunadamente, sin corregir, en nuestra sociedad española. En muchos de los espacios educativos, hoy parece trasmitirse a los estudiantes que no es necesario estudiar para aprobar. Sería igual que nosotros sostuviéramos que cualquier deportista, si es de élite mucho más, no necesitase entrenar de manera continuada, por conseguir las metas que desea alcanzar. Miremos a Rafa Nadal, Carlos Alcaraz, Marc Márquez, Pedro Acosta, etc.
Estos planteamientos educativos son el absurdo total. Los alumnos universitarios no saben ni dónde apuntan. Los que peinamos canas y con cierta edad, que hicimos el ingreso al bachillerato en la década de los 60, del siglo pasado, que mayores somos, con dos faltas de ortografía, incluidos los acentos, no aprobabas el Ingreso. Hoy se puede aprobar la EVAU sin saber escribir, redactar o aplicar los logaritmos neperianos a un ejercicio matemático. Era un bachillerato duro, con dos revalidas de cuarto y de sexto, que inhabilitaban para seguir al curso superior ni no eran aprobadas. Más tarde el preuniversitario o el COU, y posteriormente llegaría el examen de ingreso a la universidad o Selectividad.
Según el parecer mayoritario de nuestros profesores de la Universidad, los alumnos vienen deficientemente preparados para el acceso universitario. Las herramientas dadas en las aulas de la red secundaria son altamente insuficientes desde hace ya bastantes años. Si esto lo unimos a la realidad de la postpandemia, la situación desde el 2020-2021 es del todo nefasto. Solo es necesario leernos los informes Pisa; Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE. El objetivo del programa es medir la capacidad de los alumnos de 15 años para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura: comprensión lectora; matemáticas: dominio de conocimiento y competencia cognitiva y el área de ciencias: discurso razonado para ciencias y tecnología para afrontar los retos de la vida real. Es 2 realmente penoso asistir a las clases de cualquier especialidad, sea Derecho, ADE, Teología, etc. y nos encontremos con alumnos desmotivados, sin entusiasmo, dedicados a perder el tiempo.
A los docentes se les ha ido quitando la autoridad de manera progresiva. Muchas clases con cero debate y nula participación. Trabajos y presentaciones copiados de páginas de internet. A veces pasamos como tontos, porque creen que no nos damos cuenta de esa realidad. Problemas de expresión o de un desinterés alarmante de los estudiantes por la materia correspondiente. Se transmite un problema de apatía. En cuantas ocasiones, explicando, los alumnos sacan sus teléfonos móviles o con los mismos ordenadores se dedican a navegar por Instagram, ver un partido de fútbol o una película que no vieron en su momento. Se convertirán los alumnos universitarios en unos analfabetos funcionales. Muchos profesores se plantean prohibir los teléfonos móviles y ordenadores portátiles en clase: ¿sería admisible en aras de un mayor esfuerzo volver a tomar apuntes?
Es un tema a debate que habrá que planteárselo en miras de una mayor capacitación, trabajo, esfuerzo y atención en las aulas. Tenemos que asumir que no somos todos iguales. Existen estudiantes que están vocacionados, bien integrados, pero otros arrastran frustraciones que no les dejan seguir adelante. Ellos mismos se dan cuenta. Ahí es donde nos debemos centrar y ayudarles en sus deficiencias. Será necesario implementar acciones para corregir debidamente estas situaciones. La universidad está destinada a formar élites intelectuales, excelentes profesionales, personas preparadas. Esto ya lo expresó Gregorio Peces-Barba. Es necesario reconocer al profesorado universitario su competencia como una autoridad intelectual. Es preciso transmitir a los jóvenes que se sientan orgullosos de lo que son, dónde se encuentran, que puedan admirar lo que les rodea, que estudian en un lugar tan privilegiado como es San Lorenzo de El Escorial, el entorno escurialense con lo que significa y aprendan a estimar las diferentes culturas. No olvidemos nunca que la fe ha de vivirse en cada cultura. Evidentemente, es preciso volver a la competitividad como una exigencia del trabajo; el esfuerzo que conlleva la recompensa a veces será mayor a largo plazo; procuremos sacar lo mejor de cada persona.
Como afirmaba Pedro Laín Entralgo “la actual Universidad española no nos gusta. Quien diga otra cosa no es sincero; o, lo que casi es peor, no sabe lo que debe ser una Universidad. No nos gusta, en primer término, a los universitarios; no gusta, por otra parte, a los pocos españoles para quienes la Universidad es objeto de algún cuidado espiritual. Pero ¿es posible en España una universidad verdaderamente satisfactoria?”.
Y concluía su pensamiento expresando: “Si en la sociedad española es tan escaso el amor intelectual a la realidad; si entre nosotros, los universitarios, flaquea en virtud de tales o cuales razones, la entrega al quehacer docente y científico; si tantas veces prevalece en las Universidades españolas el interés por el grupo sobre el interés por la Facultad, ¿será posible en España una Universidad medianamente satisfactoria? Será posible, por añadidura, ¿una Universidad cuyos hombres sepan ejercitar, frente al firmamento que publica la gloria de Dios, el deber universitario de la pesquisa y el deber humano del cántico? Si los mejores entre los mozos de veinticinco mayos, mes de exámenes, se resuelven a alistarse para esta Guerra de los Treinta Años y a combatir cotidianamente en ella, es decir, si se deciden a sucedernos siendo mejores y más fuertes que nosotros, los hombres que ya miramos el brío intacto de esa edad con plomo de lustros en el ala, me atreveré a creer y a decir que sí, que en España es posible y esperable una Universidad digna de ese levantado nombre”.
España, en lo que se refiere a la preparación y la adecuación universitaria entrañaba un serio problema que se debía dilucidar. Cuando se pone la dimensión creyente como fiel estandarte de la vida manifiesta que: para la existencia del hombre cristiano en el mundo es, una constante y sucesiva tensión entre la realización y la opresión, entre el crecimiento y el ahogo3. San Agustín lo llamaba inquietudo a esa ineludible tensión. La inquietud del amor impulsa siempre a salir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad. La inquietud de la búsqueda de la verdad, de la búsqueda de Dios, se convierte en la inquietud de conocerle cada vez más y de salir de sí mismo para darlo a conocer a los demás. Es justamente la inquietud del amor. “Nos hiciste, Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
La movilidad social depende en gran medida de las competencias y conocimientos adquiridos a través de la educación, por lo que un modelo educativo que nivele las oportunidades es el mejor instrumento para llevar adelante esa movilidad social que permita ascender socialmente en función del mérito. Por eso la importancia del esfuerzo y el mérito educativo. La universidad asume el servicio público de impartir la educación superior mediante la investigación, la docencia y el estudio. Las universidades han de colaborar y cooperar con las organizaciones de voluntariado en tales ámbitos y favorecer instrumentos de acercamiento a los problemas sociales desde sus aulas.
Promocionar y formarse en voluntariado durante la universidad es una manera excelente de integrar la solidaridad como parte fundamental de la educación superior. Así, se puede adjudicar que ser solidario se convierte en una forma de ser universitario. El papa Francisco en su discurso al Patronato de la Universidad de Notre Dame de Indiana (EE. UU.) clarificaba:
“Las comunidades académicas católicas deben esforzarse por formar personalidades sólidas y bien integradas cuya visión de la vida esté animada por las enseñanzas de Cristo. De una parte, por su propia naturaleza, las universidades católicas están comprometidas a perseguir el desarrollo del conocimiento a través del estudio y la investigación académicos. En el mundo globalizado, esto conlleva la necesidad de un enfoque colaborativo e interdisciplinario, que une varios campos de estudio e investigación. La labor educativa emprendida por las instituciones católicas, de hecho, se basa en la firme creencia en la armonía intrínseca entre fe y razón, de la que surge la actualidad del mensaje cristiano en todos los ámbitos de la vida, personal y social. De ello se deduce que tanto los educadores como los estudiantes están llamados a apreciar cada vez más, además del valor del aprendizaje en general, la riqueza de la tradición intelectual católica en particular. Existe una tradición intelectual que siempre debemos preservar y hacer crecer. La tarea de una universidad católica, sin embargo, no es sólo desarrollar la mente: De otra parte, debe expandir el corazón. Si pensamos y no sentimos, no somos humanos.
Por tanto, toda la comunidad universitaria está llamada a acompañar a las personas, especialmente a los jóvenes, con sabiduría y respeto, en los caminos de la vida y a ayudarles a cultivar una apertura hacia todo lo que es verdadero, bueno y bello. Esto requiere establecer relaciones genuinas entre educadores y estudiantes, para que puedan caminar juntos y comprender las preguntas, necesidades y sueños más profundos de la vida. Les dejo una pregunta, pero cada uno de ustedes responderá más tarde: ¿ayudan a los jóvenes a soñar? Dejaré la pregunta. Significa también promover el diálogo y la cultura del encuentro, para que todos puedan aprender a reconocerse, apreciarse y amarse a cada uno como hermano y, ante todo, como hijo amado de Dios.
En este sentido, no podemos pasar por alto el papel esencial de la religión en la educación del corazón de las personas. Por esta razón, me alegro de que su Universidad se caracterice por una atmósfera que permite a los estudiantes, profesores y personal crecer espiritualmente y dar testimonio de la alegría del Evangelio, su poder transformador para la sociedad y su capacidad de dar a cada uno, esta fuerza para afrontar sabiamente los desafíos de nuestro tiempo. Finalmente: las manos. La 5 educación católica nos compromete, entre otras cosas, a construir un mundo mejor, enseñando la convivencia mutua, la solidaridad fraterna y la paz. No podemos permanecer encerrados dentro de los muros o confines de nuestras instituciones, sino que debemos esforzarnos por salir a la periferia, y encontrar y servir a Cristo en el prójimo. En este sentido, aliento los continuos esfuerzos que la Universidad realiza para promover en sus estudiantes un compromiso solidario con las necesidades de las comunidades más desfavorecidas”.
Nos encontramos inmersos en el final de un cuatrienio con un mandato lleno de grandes incertidumbres y, al mismo tiempo, cargado de un floreciente trabajo que ha sido desarrollado por un gran equipo al frente de este magnífico proyecto. Esto no se debe a la mera capacidad del Rector, sino más bien de todo ese equipo, unido y fortalecido bajo la acción experiencial de la fe, proyectado sobre la esperanza evangélica y sustentado en la caridad mutua. El papa en el discurso a la FIUC (Federación Internacional de Universidades Católicas), reunidos en Roma clarificaba así:
“Quisiera pedirles su ayuda. Sí, les pido que ayuden a la Iglesia, en este momento histórico, a iluminar las más profundas aspiraciones humanas con las razones de la inteligencia y las “razones de la esperanza” (cf. 1 P 3,15), que ayuden a la Iglesia a dialogar sin miedo sobre los grandes planteamientos contemporáneos. Ayúdennos a traducir culturalmente, con un lenguaje abierto a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos, la riqueza de la inspiración cristiana, a identificar las nuevas fronteras del pensamiento, de la ciencia y de la técnica y a asumirlas con equilibrio y sabiduría”.
Este es el sentido de que los estudios de Teología estén integrados dentro de la universidad por derecho propio como su hábitat natural, segregada en España tras la desamortización de Mendizábal, cuestión que no ocurrió en el resto de Europa. Y María Cristina ha realizado tales deberes. Es preciso que otorguemos fuerza y carta de naturaleza a este hecho. De lo contrario caminaremos hacia atrás como los cangrejos. Hemos atravesado momentos muy difíciles en el cuatrienio que terminamos. A pesar de las grandes dificultades que hemos padecido, seguimos adelante y lucharemos por una vida universitaria que está en el corazón de la Orden de san Agustín, con ese corazón inquieto, trabajando en la búsqueda de la verdad y al servicio de la Iglesia.
Muchas gracias por vuestra presencia, escucha y dedicación a la labor educativa en la Universidad, a los que han hecho posible este laudable compromiso a lo largo de los tiempos en que los agustinos han dado lo mejor de sí mismos. Son ya 132 años los que se han dedicado a este loable menester.
Muchas gracias a todos.
Laudetur Iesus Christus
Enrique Somavilla Rodríguez, OSA
Rector del RCU Escorial-María Cristina
Estudios Supriores de El Escorial